Época: XX4
Inicio: Año 1910
Fin: Año 1915

Antecedente:
La proclama futurista

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

A la Península Ibérica también llegaron las campañas de Marinetti, cuyos manifiestos se dieron a conocer en la España de 1909 y 1910 en la revista "Prometeo", coreados por Ramón Gómez de la Serna. La impronta del futurismo sobre el arte español de la época de las vanguardias es, de todos modos, débil. La fortuna quiso que no se configurara una estética futurista propiamente dicha; sus reflejos se entremezclaron con los de otras corrientes de vanguardia, especialmente el cubismo y sus derivados franceses. La recepción del cubismo se hizo notar en parte de la obra de muchos artistas, incluso en un Joan Miró, pero entre los activos en España nadie se decantó hacia el cultivo específico de sus métodos. Se dieron, más bien, intentos particulares de reactivación de la vanguardia. De inspiración futurista fue la iniciativa de Rafael Barradas (1900-1929), uruguayo que promovió en Barcelona el vibracionismo, una versión amortiguada de esa modernidad que se centraba en la visión de la ciudad trepidante. En los años diez y veinte abundaron las manifestaciones programáticas y las profecías estéticas, muchas veces de tono anarquizante, pero ello no quiere decir que les correspondieran corrientes artísticas organizadas.Una excepción fue el ultraísmo, fenómeno literario que empezó a desarrollarse en 1918. Pero la transcripción plástica de este ismo se limita a las ilustraciones de sus muchas revistas, como las que hizo el propio Barradas. En las artes plásticas españolas se adoptaron las innovaciones de la vanguardia histórica sobre la base de un sólido modernismo y especialmente de la estética mediterránea del noucentisme-catalán. Un reflejo de ello es el Art-Evolució promovido por el pintor uruguayo Joaquín Torres García (1874-1949). Un grupo de escultores y pintores catalanes, entre los que se encontraban Joan Rebull (1899-1981) y Josep Granyer (1899-1983), inauguraron en 1918 el Saló dels Evolucionistes. Su actividad, que aún conserva algún desdibujado reflejo del futurismo, tendrá la suficiente continuidad como para propiciar una asimilación mediterraneísta del cubismo y el paso hacia las posiciones surrealistas.La incidencia del futurismo fue más palpable en Inglaterra, aunque también más efímera. En el momento de cristalización de las primeras manifestaciones vanguardistas, la estética de la máquina y del dinamismo filtró la comprensión de la modernidad abierta por Picasso, Braque y Léger. En 1914 se constituyó el Centro del Arte Rebelde en torno a Wyndham Lewis (1882-1957), artista inteligente y polémico y elocuente escritor. La vida de su grupo, segada por la guerra, apenas alcanzó los dos años. Pero contó con artistas valiosos, como el escultor norteamericano Jacob Epstein (1880-1959) y el pintor David Bomberg (1890-1957). El poeta Ezra Pound, que actuó como mediador del grupo, perfiló interesantísimas teorías en torno a una noción, el vórtice o vortex. Las reflexiones estéticas de los vorticistas fueron generosas y profusas, pero la actividad de la asociación apenas perduró después de su primera y única exposición, celebrada en 1915.